CONTADOR DE VISITAS

Es demaciado largo entonces...

miércoles, 17 de febrero de 2010

BARRIO BARRACAS

Recorreremos las empedradas calles de Barracas, pasaremos por la antigua Sinagoga de la calle Brandsen, y muy cerca de allí entraremos en los túneles ocultos y en el "templo escondido" del complejo Santa Felicitas con sus columnas y molduras que le confieren matices neogóticos, neorrománicos y germánicos. Haremos la visita guiada a la Iglesia Santa Felicitas la cual emerge esbelta al costado de la plaza Colombia, solar de la mansión de Alzaga, en el corazón de Barracas. Esta es la cara visible del complejo que Carlos Guerrero y su esposa levantaron en 1876 para recordar a su hija Felicitas, según el poeta Carlos Guido Spano, "la mujer más hermosa de la República", que fue asesinada 4 años antes por Enrique Ocampo, el aristocrático pretendiente al que no amaba. La Iglesia de Santa Felicitas fue decorada con mosaicos españoles, vitrales franceses, altares de mampostería policromada, arañas con caireles de cristal, un reloj inglés con carillón y hasta un órgano de Alemania, con 783 tubos.

Ya en el convento ingresaremos por los túneles ocultos que cobijan reliquias que reconstruyen los pasos de los inmigrantes de fines del siglo XIX, una parte de los cimientos del barrio, la historia de la ciudad y el país están allí…. El sepia, el blanco y negro de las fotos se confunden con los colores gastados de documentos, utensilios, baldosas y baúles de cuero, madera y latón conforman este particular museo. Aquí resurge el barrio que crecía de la mano de talleres y fábricas en actividad. Los trabajadores se acercaban al Comedor Obrero que desde 1893 funcionaba en el sector semienterrado del Santa Felicitas. El lugar solía llenarse a fin de mes, cuando los bolsillos flaqueaban ya que por 20 centavos, convenía almorzar guiso, sopa y pan preparados por las monjas.

En esa época de multitudes y esplendor industrial, los socialistas y anarquistas que allí almorzaban no dejaron de dirimir sus diferencias a golpes de puños y, según cuenta la historia, muchas veces a cuchilladas, lo cual produjo el cierre del comedor en 1947. El lugar recobró su atmósfera calma y mutó en lavandería un año después.

En lo que refiere a los ferrocarriles y su historia, recorreremos la Estación Hipólito Irigoyen, pasaremos por la Estación Solá y el Barrio Ferroviario Inglés.

Muy cerca de allí podremos visitar un club social de barrio que mantiene su arquitectura de aquellas épocas y las costumbres de los parroquianos que aún van a jugarse un partidito de cartas mientras se comen una picadita con vermouth.

Ya en lo que podríamos llamar la “Barracas profunda” veremos emplazarse erguida y orgullosa a la Basílica del Sagrado Corazón, construida por la Flía Pereyra Iraola. Es de estilo románico de transición al gótico y fue inaugurada en 1907. Su tamaño es imponente, son 80 m de largo, 15 de ancho, 30m en el crucero y 30 m de altura en la nave central. Para su construcción se trajeron materiales de Europa, mármoles, maderas, imágenes y cuadros, un órgano Mutin Cavaillé-Coll que aún conserva su sistema original de accionamiento a varillas. Esta es la estrella de esta Iglesia y uno de los mayores órganos de Buenos Aires. Por otro lado bajo el Presbítero, se encuentra la cripta de la familia Iraola.

Siguiendo el recorrido iremos a la Sociedad Masónica “Hijos del Trabajo”. En los barrios de Barracas y la Boca, lugares de activa presencia masónica, se formaron las primeras agrupaciones gremiales, alentadas intelectualmente por logias que, en ocasiones, brindaban apoyo económico y espacio para reuniones clandestinas en esta zona donde proliferaban negocios, talleres, industrias y viviendas modestas levantadas por inmigrantes, en su mayoría italianos. La Logia Masónica Hijos del Trabajo fue fundada el 14 de mayo de 1882, debiendo mudar su sede en varias oportunidades, siempre dentro de los límites del barrio de Barracas, para instalarse en forma definitiva en su sede actual. En junio de 1890 se consagró este Templo Masónico, siendo su arquitecto y constructor Francisco Cabot (hijo), mientras que los trabajos de pintura y decoración estuvieron a cargo de Francisco Prato y del francés Claudio Dive. La Logia compró un terreno con una casa chorizo existente y en la primera etapa construyó el templo en las habitaciones contiguas a la sala de recibo.

La Corporación Buenos Aires Sur quedó encargada de la restauración y puesta en valor del edificio, tanto en el interior como en el exterior, devolviéndole el estado original en cuanto a forma, color y diseño. Se trata de un edificio de estructura portante de mampostería, con techos de bovedillas y cubiertas de chapa acanalada, presentando una fachada significativamente decorada y colorida, con revestimiento símil piedra cubierto por varias capas de pintura. El edificio responde a la tipología residencial de la “casa chorizo”, con un tratamiento de fachada adaptado a su uso como sede masónica. El nombre "Hijos del Trabajo" inscripto en grandes caracteres en el frontispicio, subraya su compromiso con los movimientos obreros e identifica a la logia con los principios de Trabajo - Ciencia - Virtud.

El monograma del triángulo radiante, con un ojo, está asociado al concepto de Dios, y significa que el hombre que alcanzó el conocimiento y puede ejecutar el plan del Gran Arquitecto del Universo. En el friso se destaca el globo alado de los egipcios, que simboliza la sublimación de la materia. Las tres pirámides Gizeh: Mikerinos, Kefren y Keops, representan la inmutabilidad de los principios de la vida y del tiempo. Se observan también los clásicos tallos y hojas de loto y papiro.

El templo es escenario de actividades propias a su función y también culturales, contando con una importante biblioteca.


(*)texto sobre la sociedad masónica Hijos del Trabajo fueron tomados de la web http://www.laurdimbre.com.ar/ y de http://www.buenosaires.gov.ar/

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